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La historia del LSD

La historia del LSD

"Todos los medios y vías que puedan contribuir a una modificación tan fundamental de la experiencia de la realidad merecen una consideración seria. A estas vías pertenecen, en primer lugar, los diversos métodos de la meditación en el marco religioso o secular cuyo objetivo sea inducir una experiencia mística totalizadora y generar así una conciencia profundizada de la realidad. Otro camino importante, aunque todavía discutido, es la utilización de los psicofármacos alucinógenos que modifican la conciencia”. Albert Hofmann.

Albert Hofmann

Albert Hofmann en su laboratorio

El LSD es una molécula con efectos psicoactivos, proviene de un hongo pequeñito y está muy relacionada con otra molécula que el cuerpo humano sintetiza en los intestinos y en el cerebro: la serotonina. El LSD fue descubierto por el científico suizo Albert Hofmann en 1938. LSD es un acrónimo formado a partir de las palabras alemanas LysergSaure Diathylamid, en español: dietilamida del ácido lisérgico. Su compra y venta está prohibida en la mayoría de los países desde finales de los años 1960, y sigue siendo actualmente una sustancia ilegal. Durante los años posteriores a su descubrimiento como psicoactivo y antes de su prohibición, se alcanzaron a hacer algunos estudios sobretodo relacionados con terapias psicológicas, pero su uso se extendió rápidamente como droga recreativa en algunos grupos sociales y culturales, sobretodo en la mal denominada contracultura de los años 1960. Con ello llegó también el abuso, las sobredosis y los casos de personas gravemente afectadas por su uso continuado. Por otro lado, el LSD ayudó a desarrollar la creatividad de numerosos artistas e intelectuales, músicos de la talla de Jimmy Hendrix, escritores como Aldous Huxley, con gente sencilla y feliz como el movimiento hippie, y ayudó a fundar, de alguna manera, lo que hoy se conoce como el new age y el redescubrimiento de la conciencia, ampliando por ejemplo el ámbito del estudio psicológico a través de la psicología transpersonal de Stanislav Grof.

El descubrimiento del LSD

Terminando sus estudios de química en la Universidad de Zurich, Hofmann, el científico descubridor del LSD, entra a trabajar en laboratorios Sandoz (actualmente laboratorios Novartis), en ese entonces una pequeña empresa con una modesta plantilla en la sección químico farmacéutica, con apenas cuatro químicos en investigación y tres en producción, en Basilea, Suiza. Eligió ese trabajo porque le daba la oportunidad de trabajar en la extracción de componentes medicinales de las plantas. Su jefe, Arthur Stoll, había descubierto la ergotamina hacía poco tiempo, componente puro entre los alcaloides del cornezuelo de centeno, descubriendo también sus aplicaciones hemostáticas en los partos (antihemorrágicas) y analgésicas contras las migrañas; pero su investigación sobre los alcaloides del cornezuelo del centeno se había detenido allí. Hofmann, al saber que otros laboratorios estaban descubriendo nuevos alcaloides en el cornezuelo, le propuso a su jefe retomar las investigaciones. Éste le advirtió que los alcaloides en cuestión eran muy inestables y que su trabajo sería difícil, pero aceptó.

Cornezuelo del centeno

Cornezuelo del centeno

Los granos, las semillas de las espigas, son infectadas por un hongo muy pequeño denominado Claviceps purpurea, crece sobretodo en el centeno pero también en “otros cereales y gramíneas silvestres” como el trigo o la cebada, aunque en menor proporción y ocurrencia que en el centeno. Al grano infectado se le conoce como ergot o más popularmente como cornezuelo; es un esclerocio, es decir un micelio endurecido del hongo, que guarda reservas alimenticias para cuando aparezcan las condiciones más favorables para su desarrollo, se trata de una etapa en el ciclo de vida de algunos hongos. Cuando las condiciones de humedad, luz y temperatura son adecuadas, el honguito aflora en los cornezuelos. Su insignificancia a la vista oculta una relevancia insólita en la historia, pues pasó de ser un peligroso veneno a ser una fuente con varias sustancias curativas.

En la alta Edad Media el cornezuelo produjo grandes desastres en poblaciones europeas, con miles de personas muertas e intoxicadas, sin que descubrieran en esos años que el veneno se encontraba en las espigas que utilizaban para hacer el pan y la cerveza. “El mal, cuya conexión con el cornezuelo no se descubrió durante mucho tiempo, aparecía bajo dos formas características: como peste gangrenosa (ergotismus gangraenosus) y como peste convulsiva (ergotismus convulsivus). A la forma gangrenosa del ergotismo se referían las denominaciones de la enfermedad del tipo de mal des ardents, ignis sacer, fuego sacro. El santo patrono de los enfermos de estos males era San Antonio, y fue la orden de los antonianos, sobretodo, la que se ocupó de cuidarlos”. Tan común era el ergotismo que hubo varios sanatorios que se dedicaban exclusivamente a este tipo de enfermos. La última gran epidemia ocurrió en el sur de Rusia, en los años 1926-27, a pesar de que ya en el s. XVII se descubriera el nexo entre el cornezuelo y la fiebre de San Antonio. El cornezuelo es un micro caldero de brujas, contiene varios venenos y remedios.

Se conocía al cornezuelo como oxitócico (facilitador del parto) desde 1582, pero el problema de dosificación causaba peligros en los partos, por lo que se usó más bien como inhibidor de las hemorragias posteriores al parto (es un hemostático específico del útero). No lograron durante el siglo XIX aislar químicamente un compuesto puro de entre los alcaloides del cornezuelo, sino que tardíamente logró extraerse un compuesto de alcaloides llamado ergotoxina. Stoll fue el primero en encontrar un compuesto puro, la ergotamina, con amplias aplicaciones médicas.

Cornezuelos del centeno

Cornezuelos del centeno

Hofmann, trabajando con ergotoxinas, tratando de asilar alcaloides y modificarlos químicamente, obtuvo en primer lugar una ergobasina mejorada (Methergin) que ha sido ampliamente usada como hemostático oxitócico en obstetricia, pero también, en sus variados ensayos, aisló en 1938 el LSD-25 (25 por el número de ensayo), cuando buscaba un estimulante para la circulación y la respiración (analéptico), debido a su similitud con la dietilamida del ácido nicotínico (coramina), un conocido analéptico. Al ensayarse en los animales de laboratorios Sandoz, se comprobó un efecto narcótico y hemostático sobre el útero (pero menor que el de la ergobasina), por lo que se detuvieron ulteriores ensayos.

Durante cinco años el ensayo permaneció guardado, mientras Hofmann seguía trabajando en el cornezuelo, cuando lograba diferenciar la ergotoxina en tres alcaloides particulares, uno ya descubierto con anterioridad (ergocristina), y los otros dos completamente nuevos, bautizados como ergocornina y ergocriptina. Con estos alcaloides se elaboró un compuesto farmacéutico vendido y utilizado para “fomentar la irrigación periférica y cerebral y mejorar las funciones cerebrales en la lucha contra los trastornos de la vejez”, bautizado como Hidergina, y que ocupó mucho tiempo el primer lugar de ventas en Sandoz. A partir de la dihidro-ergotamina, y su producto comercial el Dihydergot, se creó un fármaco para estabilizar la circulación y la presión sanguínea. Hofmann se encargó no solamente de la purificación de estos tres productos: Methergin, Hydergin y Dihydergot, sino también de su producción industrial.

Hongos del cornezuelo

Hongos del cornezuelo

Cinco años después, en 1943, Hofmann retoma su trabajo sobre el LSD-25, intuyendo que el ensayo podía servir, a pesar de la sentencia eliminatoria que le enviaron los encargados de los ensayos en animales. Vuelve a purificarla, pero en la fase final padece de algunas sensaciones extrañas que lo hicieron abandonar su trabajo y volver a casa a descansar, mareado. Al recostarse se sintió embriagado, con los ojos cerrados le “penetraron sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció”.

Relacionó este efecto narcótico con su trabajo con el LSD, pero sin entender cómo pudo contaminarse a pesar de su pulcritud. Conociendo la fuerte toxicidad de los alcaloides del cornezuelo, decidió diluir una muestra basándose en las dosificaciones mínimas habituales para el promedio de los alcaloides, y pensando obviamente que era la dosis más baja posible: 0,25 mg. de tartrato de dietilamida del ácido lisérgico; posteriormente sabría que ingirió cinco veces la dosis necesaria para producir efectos alucinatorios en un humano adulto. El efecto fue entonces muy fuerte, volvió inmediatamente a su casa en bicicleta, acompañado por un ayudante, un 19 de abril de 1943. Por eso la bicicleta es uno de los íconos repetidos en las estampillas empapadas en ácido lisérgico. Una vez en casa, en sus momentos de lucidez solicitó un médico y un poco de leche de sus vecinos (la leche suele ser usada como desintoxicante no específico).

El mareo era tan fuerte que no podía permanecer de pie, su entorno giraba, los objetos tomaban formas grotescas y amenazadoras; la vecina que le trajo leche era (supuestamente) una bruja malvada y llena de muecas de colores. Se sentía apoderado por un demonio. Sintió el miedo terrible de haberse enloquecido. Por momentos se sentía fuera de su cuerpo, observando la situación. Su pensamiento ardía en reflexiones de desastre, pérdida de carrera, de familia y reputación. No podía “formular una oración coherente” cuando llegó el médico, a pesar de que había pasado ya por el punto más álgido de su crisis. Pero su pulso, su presión sanguínea y su respiración eran normales, por lo que no le administró ningún medicamento, limitándose a recostarlo y acompañarlo en su habitación.

Escribió en su diario: “El susto fue cediendo y dio paso a una sensación de felicidad y agradecimiento crecientes a medida que retornaban un sentir y pensar normales y creía la certeza de que había escapado definitivamente del peligro de la locura”. Con sus ojos cerrados, veía juegos de colores, caleidoscópicas, círculos y espirales que se abrían y cerraban; sus sensaciones auditivas se transformaban en sensaciones ópticas. “Cada sonido generaba su correspondiente imagen en forma y color, una imagen viva y cambiante”. Al día siguiente todo estaba bien, o mejor, “el desayuno tenía un sabor buenísimo”. Cuando salió al jardín sus sentidos “vibraban en un estado de máxima sensibilidad que se mantuvo todo el día”.

Albert Hofmann

Albert Hofmann

Sus conclusiones preliminares fueron inmediatas: no hubo resaca, era el producto químico más poderoso con dosis tan bajas conocido por él, no perdió la conciencia en ningún momento. Supuso que tendría magníficas aplicaciones médicas en psiquiatría y neurología, pero nunca imaginó que podría trascender del ámbito médico ni popularizarse ni mucho menos prohibir su venta. Sus colegas se extrañaron ante la dosis tan baja, pero al probar con el quinto de la dosis se convencieron de su increíble potencia. con tan solo 0,05 miligramos, esto es un gramo dividido en veinte mil partes, o lo que es lo mismo, ¡tan solo un gramo de LSD puro puede alterar la conciencia de 20.000 personas!

Los laboratorios retomaron la experimentación, primero en animales: los gatos alucinados temían a los ratones, los perros claramente sufrieron alucinaciones, los peces de colores tomaron extrañas formas de natación, las arañas, a dosis bajas, construyeron telarañas regulares y exactas, mientras que a dosis altas, tejían sin orden aparente. Se averiguó también de dosis letales, comprobándose experimentalmente las dosis letales para conejos, ratas y hasta un elefante, caso excepcional pues murió con una dosis inferior a la dosis letal para las ratas. En el caso del hombre la dosis letal debe ser bastante más alta que la de todos los animales citados, y no se conoce la muerte tóxica de ningún ser humano por LSD, aunque si por suicidio. Entre los efectos fisiológicos del LSD en el cuerpo humano destacamos: dilata las pupilas, incrementa la temperatura corporal y el nivel de glucemia; también tiene un efecto constrictor del útero y se han documentado abortos por lo que su uso en mujeres embarazadas puede ser peligroso tanto para el feto como para la madre. El LSD bloquea las acciones estimuladoras de la dopamina y de otros neurotransmisores (moléculas que ayudan a conducir impulsos en las células nerviosas, específicamente cerrando la sinapsis entre ellas), tales como la serotonina y la norepinefrina.

El LSD es muy alterable al aire, y muy fotosensitivo, es decir, el oxígeno del aire lo destruye por oxidación y la luz solar lo inactiva. Por eso Hofmann dijo que "la afirmación de que el LSD sea fácil de fabricar, y de que todo estudiante de química en un laboratorio medianamente equipado esté en condiciones de sintetizarlo, es falsa”.

Usos terapéuticos del LSD antes de su prohibición

Tras la síntesis del LSD puro, comenzaron investigaciones psiquiátricas. Un psiquiatra, hijo de Stoll, probó el enteógeno y describió sus efectos: predominaron imágenes con los ojos cerrados, con poco contacto con la realidad; múltiples y muy variadas, primero formas simples, luego imágenes más elaboradas, desde círculos hasta paisajes; muchas estrellas como fuegos de artificio cada vez que pensaba. Las imágenes nunca aparecían solas, siempre había, en su caso, muchos círculos, o muchos techos. Tiempo después se confirmaría que el LSD produce visiones en personas ciegas de nacimiento.

Los primeros efectos terapéuticos encontrados fueron, en primer lugar, una mayor apertura entre paciente-terapeuta, una eliminación de la barrera yo/tu que ayudaba a los pacientes demasiado aislados en sí mismos. En segundo lugar un efecto de re vivencia del pasado, incluso de la más tierna infancia, que sirve al psicoanálisis para encontrar traumas, y que no son meramente una reminiscencia sino que se vive nuevamente, como en una hipnosis, a través del LSD. A partir de esto se elaboraron dos formas de terapia, la psicolítica, con dosis medias de LSD separadas por períodos, conversaciones grupales y dibujo. La segunda, llamada terapia psicodélica (palabra que significa “revelador del alma”, acuñada por Humpry Osmond), que mediante una dosis fuerte de la droga (0,3-0,6 mg.) provocaba de una sola vez en el paciente una experiencia mágico religiosa que lo ayudaba en su reconversión hacia un hombre nuevo. Por último, también se descubrió que la aplicación del LSD en individuos moribundos atenuaba sus dolores, e incluso debido a las experiencias metafísicas, los tranquilizaban ante la muerte inminente. Sandoz puso entonces a disposición de la comunidad médica el LSD, con un nombre comercial de prueba: Delysid.

De tal modo, usándose primero en psiquiátricos, luego en consultas privadas, su consumo empezó trasladándose desde el ámbito médico al artístico e intelectual, y de éste, al público en general. Muchas revistas contaron maravillas del LSD, curaciones de personalidad o hasta de frigidez, y así el LSD se transformó en una moda que le acarreó problemas a Hofmann y a Sandoz, por algunos pocos suicidios y crímenes cometidos bajo el influjo de la droga. Surgió el movimiento Hippie de la mano de la mariguana y del LSD. Aunque Sandoz nunca distribuyó comercialmente el LSD, ni la psilocibina (molécula psicodélica de otro hongo diferente y que también había sido aislada por primera vez en sus laboratorios), dejó de entregarla a los centros médicos en 1966 mediante un comunicado de prensa. El LSD llegó a ser la droga psicodélica más usada en Occidente.

Si bien no se conocen casos de muerte por ingestión de LSD, puede ocasionar graves efectos, sensación de omnipotencia e invulnerabilidad, sobretodo si el paciente no sabe que ha ingerido la droga. También puede ocasionar “viajes” terroríficos causantes de posteriores colapsos nerviosos o psicosis. Se ha sugerido que las dosis bajas de LSD provocan más bien euforia, y las muy altas, experiencias místicas, y a veces, terror. Como tiende a intensificar los estados momentáneos, tomarla cuando se está deprimido o estresado puede ocasionar más problemas. El mercado negro ofrece sustancias que pueden contener también componentes tóxicos.

Algunos de los primeros testimonios después de tomar LSD

Hofmann incluye en su libro testimonios de tomas de LSD por parte de distintos personas. El testimonio de Jaeckle cuenta que las cosas respiran, que se nota en sus bordes. Su mente está tranquila y con buenas ideas; se le revela que cada cosa tiene una letra de acróstico de la “única buena sabiduría universal”, y que lo que había que hacer era “encontrarla en todas las cosas de la unidad del poema universal”. Como no puede decirlas pero si intuirlas, deduce que “el ocio está más cerca de la sabiduría”, que “la voluntad ensombrece la inteligencia” y que “se ilumina a quien no tiene voluntad”. Al mismo tiempo reía mucho, y su risa “rimaba con el acróstico”.

Otro testimonio más, sigue el mismo esquema que en muchos otros, un sentimiento enorme de calma y felicidad después de un período de horror. El muchacho, publicista de 25 años, comienza renegando de los efectos de la droga pero de pronto, al ver el dial de una radio, empieza a ver los colores de la música. Luego se le aparece un huevo grande en medio de la habitación, que da lugar a una flor enorme y bella que nace de él; el muchacho está extasiado ante la belleza de sus pétalos; un monstruo parecido a una hormiga empieza a devorar los pétalos, y súbitamente también las extremidades del muchacho. Su guía trata de sacarlo. El muchacho entonces experimenta la extinción de su cuerpo, todo es blanco, ve a Dios, los ángeles y el diablo y siente que lo comprende todo, que ha visto la verdad, que es inmortal.

Hofmann deja en claro que el LSD sólo desencadena las visiones, pero que no es la substancia la que las crea sino el fuero interno, esto con respecto a las dudas que tenía una persona sobre su transformación espiritual, temía que fueran una mera ilusión. Esta misma persona, un pintor, completamente ateo, tuvo un mal viaje; en un hospedaje vivió horrores de pesadilla pensando que quizás nada volvería a ser estable y normal; al final del día, al amanecer, todo se calmó un poco y escuchó una voz interior al mirar una pantalla de lámpara: dicha voz le dijo que debía dejar la egolatría y el egoísmo, que la voz de Dios está en todo y que “el verdadero amor significa la renuncia al egocentrismo”; había experimentado “la gracia de Dios”, y el consecuente inicio de su espiritualidad.

Albert Hofmann, el descubridor del secreto del centeno, murió centenario, a los 102 años.

Investigación y Redacción: Álvaro Riquelme Marinkovic
Fecha de publicación: 16-08-2020
Última actualización: 17-08-2020
Producido en: Valdivia - Chile

Fuentes:

Albert Hofmann - LSD, Mein Sorgenkind - 1979
Holly Williams - How LSD influenced western culture - 2018
Gale Encyclopedia of Psychology - Hallucinogens - 2001
Josep Solé - LSD y alucinógenos - 2003
Peter Furst - Alucinógenos y cultura - 1976

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